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SGD 1.99

Nuestra historia comienza al romper el alba a lo largo de la cartera Laredo México a Bordo de un camión de pasajeros y viaja rumba al sur del país. El año, 1958 y a principios Del verano. A aquella tempana hora la mayoría de los pasajeros dormían. El ingeniero Esteban Saucedo se despertó y se sintió muy satisfecho de ver. que el camión no iba repleto, pues cuando mucho viajaban unas 22 personas, razón por la cual él iba solo en su asiento, y no era por falta de pasajeros en las terminales, lo que pasa es que aquel camión era de los de lujo; y la mayoría viajaba en autobuses de Segunda o de tercera. Esteban notó también que se sentía muy bien, pues había dormido lo más del camino desde que abordó el camión la noche anterior en la ciudad de Saltillo; él se estiró perezosamente cuan largo era para relajar sus músculos; luego ocupó todo el asiento adoptando una mejor y más cómoda postura. Mientras el camión devora la distancia él distrajo su mirada a través de la ventanilla y mareaban sus ojos el pasar de las formas caprichosas de arbustos y chaparrales de Aquella semi desértica región. ¡Qué silenciosos le parecían aquellos magueyales!… ¡Qué solemnes y a la vez, qué tristes le parecían todas aquellas palmillas del desierto!… Y para no ceder ante la fuerza imnotizante de todos aquellos paisajes en tropel que tenían como eje aquel hermoso horizonte allá en la lontananza del dorado amanecer, cerró sus ojos dejando que el carrusel del mundo siguiera girando allá afuera y en la comodidad de su asiento lentamente empezaron a pasar por su memoria todos los detalles de los acontecimientos que lo pusieron en aquel viaje. Él era un joven de 30 años; de tez blanca; alto, delgado, varonil y muy bien parecido; y aunque desde sus años de secundaria siempre había tenido mucho impacto con las chicas, él, en sí, no era ningún creído ni mucho menos vanidoso; se sabía admirado, sí, pero sin decir que era tímido, era muy serio. Con su imaginación pues, se fue unos años atrás a la Clara, tr
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